EDAD: 3 años.
Un día tranquilo. Un día cualquiera en Grecia en pleno verano. En una playa casi desierta, se veían a dos niños pequeños, que apenas rozaban la tierna edad de 3 años. Parecía ser que estaban jugando con una pelota.
-¡Tontooooooo! ¡Devuélveme la “polota”! –gritó un niño pequeño de cabellos azul oscuro y grandes ojos color turquesa.
-No “tero”, Milo. La “polota” es... ¡miaaaaaa! –la abrazó el otro de cortos cabellos castaños.
Mientras los dos discutían, un rayo de hielo congeló la pelota haciéndola estallar en pedazos.
-La pe-lo-ta no es de nadie, niños estúpidos que no saben hablar.
Milo y su compañero de juegos miraron al causante de la destrucción del su juguete.
-Kamus... eres un tontoooooo –gritaron a la vez echando a correr tras él.
Kamus, viendo lo que se le avecinaba, corrió a su vez hacia el resto de niños que había en la playa. Se escondió detrás de un muchacho de mayor edad que ellos.
-Aiolos... tu hermano y Milo me quieren pegar.
Aiolos miró a los dos pequeños sinvergüenzas y les dio un golpe en la cabeza a cada uno.
-Dejad a Kamus en paz. Desde que ha llegado, solo sabéis molestarle.
-Ha sido culpa del tonto “tranchete” –se defendieron.
Aiolos les miró severamente.
-Se dice franchute... y no te creo, Milo. Sois un par de pillos –miró a Kamus con cariño-. Pero si parece un angelito.
Aioria y Milo pusieron mala cara y se marcharon llamando a gritos a Saga.
-¡Saga! ¡Saga! ¡Mi hermano nos ha pegado! –lloriqueó Aioria.
-El “tranchete” es malo. Nos ha “rompido” la “polota” con esa agua fría suya que le sale del dedo.
Saga miró sorprendido al pequeño francés que jugaba a hacer castillos de arena con Aiolos. No era posible que un niño tan pequeño tuviese tal poder.
-Aioria, Milo, esta vez no caeré en vuestra trampa. Kamus es muy pequeño para poder hacer lo que decís.
Y diciendo esto, se marchó. Aioria y Milo se quedaron atónitos.
-Pos ahora se lo “diciremos” a Papá –dijo Milo.
-¿Estás loco? –Aioria le miró asustado.
-No –dijo-. Papá Shion nos creerá.
Y los dos pequeños subieron al templo del Patriarca.
Shion estaba reunido con varios Caballeros de Oro cuando sintió dos pequeñas manos tirándole de la túnica. Los dorados sonrieron al ver a los niños.
-Papá, papá... –dijo Milo.
-Necesitamos tu ayuda.... –continúo Aioria.
Shion alzó la vista al cielo y luego se agachó a la altura de ambos niños.
-¿Qué habéis hecho esta vez?
-No, no, no. Nosotros no. Ha sido el “tranchete” ese –dijo Aioria negando con la cabeza y las manos.
Shion parpadeó perplejo.
-¿Qué “tranchete”?
-¡El “tranchete”! ¡El que viene de “Tranchia”, hombre! –Dijo Milo exagerando con las manos-. ¿Usted no es tan listo y no sabe donde esta “Tranchia”?
-Si, “Tranchia” esta encima de la casa de la cabra de ese señor –dijo Aioria señalando al Caballero de Oro de Capricornio.
Dicho Caballero se encontraba junto con sus compañeros llorando de risa.
-Niños... se dice Francia –dijo Shion.
-Pos eso.... “Tranchia” –repitió mal Milo-. Y nos ha congelado y explotado la “polota”. Y lo hace con un solo dedo –asintió enérgico con el dedo índice.
Shion y los Caballeros de Oro bajaron a la playa. Saga y Aiolos se pusieron firmes en cuanto los vieron aparecer y Kamus les miró asustado. El Patriarca se puso a su altura y le sonrió.
-¿Qué has hecho con la pelota, Kamus?
-Se llama “tranchete”, no Kamus –rectificó Aioria escondiéndose tras la pierna del Caballero de Libra.
Aiolos le miró con mala cara y el pequeño se terminó de esconder entre ambas piernas.
-Yo no hice nada, señor –contestó Kamus con voz inocente-. Son ellos que no me aceptan por ser extranjero.
La cara del niño reflejó una tremenda amargura y sus pequeños y azules ojos se llenaron de lágrimas. Milo salió de la espalda del Caballero de Piscis lanzándose sobre Kamus.
-Mentiroso “tranchete”.
Aiolos y Saga los separaron.
-Eres cruel, Milo –lloriqueó Kamus-. Yo solo quiero ser tu amiguito.
-“Tranchete” malo... malo... ¡maloooooo! –Lloró Milo forcejeando para lanzarse de nuevo sobre Kamus-. Has rompido mi “polota” roja. Malo. Eres malo. ¡Y me las pagarás!
Y diciendo esto, salió corriendo. Shion miro a Saga y a Aiolos.
-¡Que esto no vuelva a ocurrir!
EDAD: 11 años.
-Pedazo de cabrón. Devuélveme la pelota –gritó Milo arrojando arena a la cara de Aioria.
-Ven a cogerla, si puedes. La pelota es mía –contestó con la pelota entre sus brazos.
Mientras ambos discutían, la pelota estalló en mil pedazos congelada. Se giraron hacia donde había provenido el “ataque”. Kamus leía disimuladamente un libro. Los dos jóvenes miraron a Kamus con mala cara.
-¿Tú de nuevo? ¡¿Por qué no te largas a tu país?! ¡”Tranchete”!
Kamus les ignoró y, cuando se dio cuenta de que ambos estaban preparados para atacarle, les lanzó dos círculos de hielo, paralizándoles. Se acercó hacia ellos y les observó orgulloso.
-Punto primero, bicho... Este es mi país y punto dos, los “tranchetes” son una clase de queso mucho más sabrosos que tú.
-Suéltame y pelea como un hombre... –vociferó Milo con los ojos inyectados en sangre.
Kamus se le acercó y pegó sus labios a su oído.
-Si me tocas, gritaré y todos pensaran que eres un racista y Shion te echará del Santuario.
Aioria abrió los ojos sorprendido.
-Maldito francés engreído.
-Calispera, Milo –dijo en perfecto griego.
Cuando estuvo suficientemente alejado de ellos, les liberó.
EDAD: 16 años.
-Pero ¿quieres pasarme el cigarro de una puta vez, puto minino estelar? –le increpó Milo lanzándose hacia donde se encontraba Aioria.
-Y una mierda, puto bicho espartano- le contestó echándose hacia atrás Aioria.
Y cuando Aioria se iba a colocar el cigarro de nuevo entre los labios, éste se congeló de forma instantánea para explotar en pequeñas partículas. Aioria se levantó de un salto.
-Puto Kamus de la puta mierda –se giró hacia el francés que les observaba divertido a unos cuantos metros-. Si te quieres pelear con Milo, hazlo, pero por tu puta casa, tu puto maestro y tu puta armadura.... ¡A mí déjame en paz!
Kamus parpadeó y le lanzó un dracma a los pies.
-Necesitarás dinero para tanta puta.
Aioria ni se molestó en contestarle y se fue de la playa. Milo se había mantenido en silencio. Tan solo miraba al francés que llevaba toda su vida congelándole las cosas. Sonrió maliciosamente. Para cuando Kamus se dio cuenta estaba totalmente paralizado bajo el efecto de la Restricción del Escorpión.
-Vaya... “tranchete” –dijo acercándosele-. ¿Dónde esta ahora tu hielo? ¿Dónde están Aiolos y Saga para defenderte? –Se colocó frente a él-. ¿Dónde esta tu circulito de hielo? –terminó sarcástico.
-Milo… Esto no tiene gracia –contestó Kamus-. Que ya no somos niños.
-A la vista está que no eres un crío –le dijo Milo acariciándole el brazo con la uña-. Pero para seguir jodiéndome la vida, sí que lo sigues siendo, ¿no?
-Que sí... vale... ¡Suéltame!
-¿Y si no quiero? –preguntó mientras le observaba dando vuelta a su alrededor-. ¿Qué harás si no quiero? –le paseó la uña por el hombro y la espalda.
-Como broma ya está bien, Milo –dijo nervioso-. ¡Basta ya!
-Eso... suplícame –dijo con lascivia-. Eso me excita.
-Vete a la mierda, Milo –contestó Kamus.
-Vale –se encogió de hombros-. Adiós.
Milo se alejó camino al Santuario.
-Condenado Escorpión... ¡Vuelve aquí y suéltame!
-¡No me da la gana! –se le oyó gritar a lo lejos-. ¡Yo no soy bueno! ¡Estoy bueno! Pero no lo soy –alzó el brazo a modo de despedida-. ¡Hasta mañana!
-¡¡¡MILO!!!
Cuando Kamus pudo moverse ya era noche cerrada. Acudió directamente al templo de Escorpio. Había tenido que dar muchas explicaciones y excusas para explicar su ausencia en el comedor a la hora de la cena. Entró en el dormitorio de Milo y preparó su ataque.
-¡¡¡ ¿MILO?!!!
El Escorpión abrió exaltado los ojos y notó unas manos encima de su cabeza. Era Kamus.
-Te he dejado un bonito peinado.
Y diciendo esto, salió por la puerta dirección a su templo. Milo se levantó corriendo de la cama y fue directo a un espejo. No se dio cuenta que las sabanas ibas tras él. Kamus le había congelado el pelo, dejándoselo pegado a las sabanas.
-¡¡¡KAMUS!!!
La guerra había comenzado. (Una guerra que ya sabemos como termina jejejeje)